jueves, 8 de diciembre de 2011

Pobresía: la cultura de los 80.

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En los años en que no existía Fondart, ni 2% del FNDR, la cultura en Iquique se hacía bajo otras condiciones. Todas ellas adversas por cierto. El miedo a la represión era el común denominador. La idea era como superar ese sentimiento que inmovilizaba. Una tarde de junio en una sala del Obispado, se hizo un seminario sobre esa emoción. Los psiquiatras Oscar Acevedo y Juan Maass, entre otros, expusieron sobre lo que eso significa.

La cultura era entonces el instrumento que permitía aglutinar a quienes nos oponíamos a la dictadura. El Centro de Investigación de la Realidad del Norte, Ciren, hoy Crear, articuló muchas iniciativas culturales. Otras instituciones como la Agrupación Cultural Tarapacá, ayudaban en la misma dirección. A fines de los años 70, visita Iquique, Osvaldo Torres y Isabel Aldunate, presentan fragmentos de la obra poética musical “La Vigilia” que narra el drama de los detenidos desparecidos. Los acoge la iglesia del Campanario, en Playa Brava. Torres será un gran aporte a la cultura local.

En los años 80, aparece en escena el poeta Juvenal Jorge Ayala. A él se le debe haber dinamizado buena parte de la actividad cultural iquiqueña. Sus libros de poesía dan cuenta de la realidad local y nacional. Poeta que desciende directamente de los Ayala una familia de pescadores del barrio El Colorado. Su poesía alienta las noches iquiqueñas que parecía tener su sede social en el viejo Wagón. Poesía de pescadores y de ese mar que no siempre nos baña tranquilo. Se hizo cargo además de inventariar uno de los mejores capitales que tuvo esta ciudad: sus personajes. “Escupitario” es el libro que pasa lista, uno a uno, a esos “otros y otras”. A él se le debe la publicación casi quincenal de una hoja de poesía, que llamó, no exento de humor y de ironía, “Pobresía”.

En esta publicación casi del tamaño de un panfleto de la época, pero llena de poesía, se escuchan las voces de una generación que no tenía espacios para levantar su voz. Patricia Hurtado Cosgrove, diseña una de ellas, mostrando todo talento y exquisitez. A la voz de Ayala, se le suma la de Eduardo Correa, Arturo Olavarría, Eduardo Kong, entre muchos otros.

Se publicaron cerca de 20 ediciones de esta hoja poética que se distribuía por manos amigas y solidarias. Pero fue sin duda la obra de Ayala la que sostenía esta publicación. El mar, es para este creador su fuente inagotable de inspiración. Casi como un paralelismo con la situación del país escribía en la edición 14 de noviembre del 1986, en esta barricada que se llamó “Pobresía”: “Se nos ha impedido nadar. Cierto/ El océano se asalta sin remilgos”. Constatación y rebeldía. Los poetas de esos entonces, maduros hoy, recordarán esos y otros versos.

(Juan Gabilán por la misma senda editó “Mallku”, que seguía el mismo formato de “Pobresía”, logró articular otras voces que reclamaban lo justo y lo necesario: belleza y libertad).

Y sin duda que hubo muchas voces, y muchos otros papeles donde los y las poetas mancharon con sangre tinta, que salía de un mimeógrafo casi clandestino que bien sabemos de donde provenía, sus pesares y sus andanzas. La noche iquiqueña era otra. Y nosotros sus habitantes, también.

Publicado en La Estrella de Iquique, 13 de septiembre de 2009

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