miércoles, 16 de abril de 2008

El amor en la literatura


Tema PSU: El tema amoroso o pasional, según corresponda, tiene variadas perspectivas. La PSU pregunta por tipos de amor, pide reconocimiento de tales tipos, lo ha preguntado como materia y como aplicación. Creo que no todos los tipos de amor, si es que existen tipos, están considerados: estoy pensando, por ejemplo, en Farewell, el poema de Pablo Neruda. Tengo la impresión que aquí estamos en presencia del amor irresponsable o descomprometido, o, simplemente, en presencia de la relación fugaz, sin trascendencia.

Más allá de lo que a mí me parezca, podemos encontrar excelentes representaciones del amor en la literatura. Así, en el Quijote hallamos el amor ideal de Don Quijote por su Dulcinea, donde el protagonista pena y suspira por su amada prenda, que poco o nada sabe de tales tormentos; pero también encontramos en este mismo texto el discurso de Marcela, joven pastora de noble linaje, por cuya causa a muerto un pastor que la pretendía. El pueblo y los amigos del difunto la acusan de inconstante y veleidosa. Frente a esta acusación ella plantea que no es obligación amar a quién te ama.

Los celos desenfrenados también son considerados en la creación artística, a través de la historia de Otelo y Desdémona, donde Otelo, por hacer caso de un envidioso “amigo”, acaba asesinando a su pareja. Femicidio se habría llamado si hubiera ocurrido en estos tiempos. Algo de estos desenfrenos pasionales puede encontrarse también en Ana Karenina, de León Tolstoi y en Madame Bovary, de Gustave Flaubert.

¡Ah, los franceses! Nadie como ellos para ilustrar la educación sentimental o la ausencia de ésta. Aunque los románticos, con Bécquer a la cabeza, también tienen mucho que decir al respecto. Claro que este caballero, al igual que Edgar Allan, gran amigo de los góticos, tiene una visión pesimista y algo fúnebre de los escarceos del corazón. Si no me creen, lean El Cuervo, de Poe, magníficamente representado por Los Simpsons, con Homero y Bart en los créditos.

Mención aparte merece Hans Chistian Andersen. Pese a ser considerado mundialmente como escritor de cuentos infantiles, es de una sutileza y consideración pocas veces vista por los pocos sabios que en este mundo han sido. Traten de leer La Sirenita o La Mariposa (por favor no la versión Disney) Aquí el desarrollo de la idea de entrega y respeto pasa por aceptar la idea de entender el amor como libertad, en el más amplio sentido del vocablo.

De mis connacionales puedo decir que me tienen algo perpleja: reconozco las joyas que han entregado al mundo Neruda y Gabrielita (en particular con el desarrollo del tópico literario Stabat Mater) pero en general me da la impresión que no es un tema que hayan desarrollado demasiado. Me patea el hígado Rosasco y Lafourcade con sus novelitas rosas; no obstante reconozco la maestría de Nicomedes Guzmán en La sangre y la esperanza, a través de Elena, la hija proletaria enamorada de un hombre mayor casado. Hay más, mucho más, seguramente. Lo importante es tener algo de claridad sobre lo que han leído más que aprender de memoria una tipología que siempre se quedará corta frente a un tema tan antiguo, actual y complejo. Y paradójico.

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