lunes, 14 de abril de 2008

Identidad: Pensar el mundo desde la moral



Ernst Tugendhat se pregunta por lo humano para entender al lobo.

Su filosofía se expresa en alemán, inglés y castellano. Nacido en Brno en 1930, a los 15 años leyó en Venezuela «Ser y tiempo» de Heidegger. Comenzaba así una travesía por la filosofía del lenguaje y las genealogías de la moral, con obras como «Lecciones de ética», «Ser-Verdad-Acción» o «Introducción a la Filosofía del lenguaje».

Preocupado por la identidad «personal, particular y universal», Tugendhat disiente de la «ciudadanía del mundo» que postula Habermas y considera que nacionalismo y universalismo son necesarios. Los nacionalismos en Europa nacen con la disgregación de los imperios. Tugendhat lo ilustra en clave española: «La España imperial fue la etapa más tolerante con las minorías».

La fundamentación de la moral, matriz de su sistema filosófico, reaparece en este último libro. Para el pensador, «toda moral es un conjunto de exigencias recíprocas». La moral moderna en una sociedad en que ha decaído lo religioso «no puede ser desigualitaria». Al hablar de igualdad, Tugendhat no alude a la economía, sino a la igualdad de derechos para todos los seres humanos.

El cuestionamiento del sistema heideggeriano ocupa un tercio de los «Problemas» de Tugendhat. «Fui alumno suyo y me fui alejando más y más. Hizo un trabajo serio, pero cometió errores de bulto: dejó de lado la racionalidad humana como un prejuicio de los griegos y eso le llevó al nazismo». El nazismo y su relación con Nietzsche sigue ocupando las horas de Tugendhat. Aunque reconoce que los planteamientos de Hitler eran simplistas respecto a Nietzsche, el anti-igualitarismo pone al autor de Zaratustra bajo sospecha. «Volvemos a la moral y la igualdad. Nietzsche fue genial pero derivó a la voluntad de poder y el derecho los más fuertes», apunta. La religión, el misticismo oriental, la muerte y la eutanasia son abordados en otros capítulos. Sobre legislación de la eutanasia en Holanda, Tugendhat cree «que se ha quedado corta». A su juicio, «un ser humano racional debe tener el derecho a acabar con su vida en una situación difícil».

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